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La inteligencia artificial (IA) ha incrementado significativamente la capacidad para generar contenido no genuino, complicando distinguir entre lo real y lo falso. Diego Cárdenas, miembro del Servicio Europeo de Acción Exterior, abordó este tema en el curso de verano sobre Inteligencia y Seguridad organizado por la Guardia Civil y la Universidad de La Rioja.
En su conferencia titulada “Las campañas de desinformación como vector de las amenazas híbridas”, Cárdenas explicó cómo la IA ha amplificado las formas y el volumen del contenido engañoso. Los expertos en desinformación aprovechan las vulnerabilidades existentes para sembrar discordia social a través de narrativas que, aunque no necesariamente falsas, son manipuladas para distorsionar la percepción de la realidad. Según Cárdenas, “el desarrollo de la IA ha incrementado el volumen y la forma en que se genera contenido no genuino, tanto a nivel fáctico como no”.
Los expertos en desinformación son hábiles en identificar y explotar vulnerabilidades preexistentes en la sociedad. Su objetivo es generar discordia social mediante la manipulación del espacio informativo. Las campañas de desinformación no necesitan ser intrínsecamente erróneas; su efectividad radica en la forma en que se crea y manipula el contenido.
Las redes sociales son el principal medio por el cual la sociedad se conecta con la realidad. Según Cárdenas, gran parte del contenido en estas plataformas son interacciones entre bots, generando una falsa apariencia de conversación real. Esta manipulación inyecta dudas y fracturas en la sociedad, complicando aún más la distinción entre lo genuino y lo falso. Cárdenas señaló que “estos bots (robots) hablando con bots (en las redes sociales) generan una apariencia de una realidad de conversación cuando, en realidad, es una conversación y una narrativa que está siendo manipulada para inyectar una determinada duda, una grieta, en la sociedad”.
Los campos de actuación contra la amenaza que supone la desinformación son varios y requieren de una constante redefinición, en la que participen todos los actores sociales. Las redes sociales actúan como un prisma que moldea la percepción de la realidad para una gran parte de la población, lo que subraya la necesidad de abordar este problema de manera integral y colaborativa.
Para contrarrestar la desinformación, es esencial una alfabetización mediática y una mayor concienciación ciudadana. Cárdenas subrayó que este no es un problema que puedan resolver únicamente las instituciones o los cuerpos de seguridad, sino que requiere un enfoque conjunto a nivel social. En la Unión Europea, se ha puesto un énfasis en la regulación del espacio comunicativo para enfrentar este desafío. A largo plazo, “afrontar esta amenaza requerirá generar conciencia ciudadana y una alfabetización mediática”, afirmó Cárdenas, lo que permitirá al ciudadano estar “vacunado” ante la amenaza de consumir contenido manipulativo sin ser consciente de ello.
A largo plazo, la solución pasa por educar a la ciudadanía para que pueda identificar y resistir contenido manipulado. Cárdenas enfatizó que los medios de comunicación, la prensa y diversos colectivos sociales tienen un papel crucial en esta tarea. En una sociedad hiperinformada, gestionar la avalancha de información disponible se vuelve cada vez más complejo, y las redes sociales, con sus algoritmos sesgados, agravan el problema al generar una disrupción de la realidad. “Vivimos en una sociedad en la que estamos hiperinformados y en la que el acceso a la información es, posiblemente, el más ingente que ha existido nunca”, comentó Cárdenas.
El acceso a la información nunca ha sido tan vasto como hoy en día. Sin embargo, este acceso está mediado por herramientas tecnológicas que introducen sesgos cognitivos, complicando la percepción de la realidad. Cárdenas defendió que, para enfrentar eficazmente la desinformación, es crucial fomentar una cultura de concienciación mediática que permita a los ciudadanos discernir y gestionar la información de manera crítica.
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