Nuevos impuestos a multinacionales, banca y pymes, pero con veto al impuesto energético tras el acuerdo entre PP, Junts y PNV, tal se había anticipado.
China está marcando un hito en la transición hacia las energías renovables, superando con creces sus propios objetivos y sorprendiendo al mundo con la magnitud de sus esfuerzos. Dos tercios de los nuevos proyectos de energía solar y eólica a nivel global se desarrollan en China, posicionando al país como líder indiscutible en la carrera por las energías limpias. Sin embargo, para desligarse de su histórica dependencia del carbón, el país asiático enfrenta el desafío de modernizar su mercado energético y adaptar su sistema eléctrico para gestionar este cambio de paradigma.
En julio de 2024, China alcanzó con seis años de anticipación su meta de instalar 1.200 gigavatios de capacidad solar y eólica, suficientes para abastecer a cientos de millones de hogares. Este logro refleja la escala y velocidad de la transformación energética del país, y, a pesar de este éxito, China sigue impulsando nuevos proyectos. Se estima que para el año 2030, el país invertirá 800.000 millones de dólares en la modernización de su red eléctrica, para garantizar la distribución eficiente de la electricidad generada en áreas remotas hacia las ciudades y fábricas que la requieren.
Estos esfuerzos son parte integral de la estrategia del presidente Xi Jinping, quien ha establecido dos metas cruciales para el país: alcanzar el pico de emisiones de carbono en 2030 y lograr la neutralidad de carbono en 2060. La implementación exitosa de estos objetivos no solo transformará la economía china, sino que también podría reconfigurar su influencia a nivel global, en un momento en que las relaciones de Pekín con Occidente atraviesan una etapa de tensión.
Sin embargo, la transición energética no es sencilla. China depende enormemente de su sector del carbón, un área dominada por empresas estatales que han demostrado resistencia a la reforma. La complejidad política y económica de reducir el papel del carbón en el mix energético del país sigue siendo un obstáculo considerable. A pesar de esto, Pekín está apostando por inversiones masivas en energías renovables para asegurar su independencia energética y reducir su huella de carbono.
Inversiones récord y el desafío de la red eléctrica
En los primeros siete meses de 2024, China invirtió más de 294.700 millones de yuanes (37.600 millones de euros) en proyectos de transmisión de energía, un 19% más que el año anterior. Esta inversión contrasta con los planes estadounidenses, que han asignado 3.500 millones de dólares para mejorar sus redes de transmisión en 44 estados. Además, se espera que China necesite aproximadamente 520 gigavatios de almacenamiento energético para 2030, la mayoría a través de baterías, lo que implica una expansión exponencial de las infraestructuras de almacenamiento actuales.
El rápido crecimiento de la demanda energética, impulsada por sectores como la electrificación del transporte, la inteligencia artificial y el almacenamiento de datos, también representa un desafío para el país. Para gestionar eficazmente este aumento en la demanda, China no solo debe seguir invirtiendo en energías limpias, sino también acelerar la creación de un mercado eléctrico moderno que permita una integración eficiente de fuentes de energía renovables.
El establecimiento de un mercado energético eficiente es crucial para que China logre sus ambiciosos objetivos climáticos. La creación de un sistema que permita gestionar en tiempo real la oferta y demanda de electricidad es una de las piezas clave que falta en el rompecabezas. Actualmente, más de 20 provincias chinas están experimentando con mercados de electricidad al contado, lo que podría llevar a una implementación nacional de este sistema.
Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), un mercado energético eficiente en China podría reducir las emisiones de CO2 en un 28% y disminuir los costes operativos en un 15%. Sin embargo, los expertos advierten que la volatilidad de los precios y la seguridad energética son factores que pueden ralentizar la implementación de estos sistemas.
El futuro de China como superpotencia verde
China ha establecido grandes ambiciones para su futuro energético, no solo en términos de reducción de emisiones, sino también en cuanto a su liderazgo en el mercado de tecnologías limpias. El país busca ser un referente global en la exportación de tecnologías verdes, como paneles solares, vehículos eléctricos, baterías de litio y turbinas eólicas. Esto podría reducir la dependencia de China de otros países en términos energéticos, al tiempo que haría que otras naciones dependieran más de las tecnologías limpias chinas para sus propias transiciones energéticas.
A pesar de estos avances, las relaciones de China con muchas naciones occidentales siguen siendo tensas. El país ha sido acusado de utilizar políticas industriales que violan las normas del comercio internacional, lo que ha debilitado a sus competidores extranjeros. Además, el creciente poder de China en tecnologías clave del futuro plantea dudas en Occidente sobre cómo gestionar esta relación en un contexto de competencia geopolítica y económica.
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