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Los propietarios de la empresa asturiana TSK han encargado a Banco Santander y Stifel Financial Corp la búsqueda de un socio estratégico que permita a la compañía incrementar su tamaño y acceder a nuevas oportunidades en los mercados internacionales. Según fuentes cercanas a la operación, el objetivo no es vender la empresa, sino encontrar un grupo de mayor envergadura con el que integrarse, manteniendo el control actual de la gestión.
La decisión responde a la necesidad de TSK de contar con un mayor tamaño corporativo para afrontar proyectos de mayor envergadura y competir en mercados globales. La ingeniería, especializada en sectores como la energía y la industria, busca capital y recursos que le permitan acceder a "grandes oportunidades" en diferentes partes del mundo, según han precisado fuentes de la compañía.
La búsqueda de un socio por parte de TSK se enmarca en un escenario complejo para la industria asturiana, que enfrenta múltiples desafíos que amenazan su competitividad y, en algunos casos, su supervivencia. Grandes compañías de la región, que actúan como motores económicos para numerosas pymes, están lidiando con problemas como la debilidad del mercado, la falta de financiación bancaria y las presiones derivadas de la globalización.
Uno de los casos más destacados es el de ArcelorMittal, uno de los mayores empleadores del Principado. La multinacional siderúrgica ha anunciado su intención de deslocalizar parte de sus servicios administrativos de Europa a India, con el objetivo de reducir costes. Aunque aún no se ha detallado el impacto específico en las plantas asturianas, este movimiento podría debilitar aún más a las fábricas de la región, que concentran gran parte del empleo generado por la compañía en España.
El anuncio de ArcelorMittal se produce en un contexto marcado por las tensiones comerciales internacionales. Recientemente, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la imposición de aranceles del 25% al acero y el aluminio importados, lo que supone un golpe adicional para las fábricas europeas, incluidas las asturianas. La multinacional ha reclamado a la Unión Europea un mayor apoyo al sector, especialmente frente a las importaciones de acero extracomunitario, que llegan a precios más bajos al no asumir los mismos costes medioambientales que los productores europeos.
La crisis no solo afecta a la siderurgia. Otras empresas asturianas, como Windar, también están sintiendo los efectos de las medidas proteccionistas. Estados Unidos ha impuesto aranceles del 28,55% a las torres eólicas fabricadas por Windar y Siemens Gamesa, acusándolas de prácticas de dumping o competencia desleal. Esta decisión complica aún más la situación de una industria clave para la región.
Por otro lado, las ingenierías asturianas también enfrentan serios desafíos. Duro Felguera, una de las empresas más emblemáticas de la región, se encuentra inmersa en un preconcurso de acreedores cuyo plazo expira el 11 de marzo. La compañía ha mantenido reuniones con la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) para intentar convertir parte de su deuda en capital, aunque la SEPI exige un plan de reestructuración convincente antes de comprometerse. Mientras tanto, Duro Felguera ha puesto a la venta activos inmobiliarios, incluida su sede central en Gijón, para obtener liquidez.
Otras empresas, como Isastur e Imasa, han recibido apoyo del Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas, pero la falta de financiación bancaria sigue siendo un obstáculo para acceder a contratos y proyectos.
La familia García Vallina, propietaria de la ingeniería, considera que solo con un tamaño adecuado podrá desarrollar todo su potencial y competir en los mercados internacionales. La operación no implica una venta, sino una integración que permita a TSK mantener su identidad y gestión actual, pero con el respaldo de un grupo más grande para crecer y competir.
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