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En 2016, José María Álvarez-Pallete, entonces presidente de Telefónica, fichó a Chema Alonso, un reconocido hacker, como Chief Data Officer (CDO). El objetivo era claro: modernizar la compañía y convertirla en una empresa Data-Centric, capaz de tomar decisiones basadas en datos. Sin embargo, casi una década después, el balance de su gestión está marcado por una serie de proyectos fallidos que han consumido recursos sin generar los resultados esperados, aseguran los analistas del sector.
Chema Alonso llegó a Telefónica con una imagen disruptiva: gorra azul, patinete y un lenguaje lleno de anglicismos como "Data-Driven Decisions". Su misión era transformar la compañía en un referente tecnológico, pero pronto surgieron las críticas internas. Muchos cuestionaban la viabilidad y el retorno de sus iniciativas, que parecían más enfocadas en experimentos tecnológicos que en soluciones prácticas para el negocio.
El primer gran proyecto liderado por Alonso fue la "cuarta plataforma", anunciada en 2016. La idea era ambiciosa: obligar a gigantes como WhatsApp, Facebook y Google a pagar por los datos de los usuarios de Telefónica. A través de una plataforma, los clientes podrían decidir si cedían sus datos gratuitamente o exigían un pago. Aunque el concepto era innovador, resultó imposible de implementar. La plataforma nunca llegó a funcionar como se esperaba, y el proyecto consumió recursos humanos y financieros significativos, retrasando otras iniciativas de la compañía.
En 2018, Telefónica lanzó Aura, un asistente de voz con inteligencia artificial que prometía revolucionar la experiencia del cliente. Presentado en varios países, incluidos España, Alemania y Brasil, Aura permitía a los usuarios consultar su factura, el uso de datos y otros servicios contratados. Sin embargo, las funcionalidades eran limitadas. En una memorable presentación, el periodista Ramón Muñoz de El País preguntó si el asistente podía hacer algo más que cambiar de canal en la televisión de Movistar. La respuesta fue un rotundo "no". A pesar de una costosa campaña publicitaria con loros como protagonistas, Aura solo logró captar a unos pocos miles de usuarios entre los más de 300 millones de clientes de Telefónica.
El siguiente proyecto fue Movistar Home, un dispositivo presentado en 2018 que permitía hacer videollamadas, escuchar música y gestionar rutinas. Una de sus funciones más curiosas era la de "contactos de confianza", que permitía responder llamadas sin descolgar.
A pesar de intentos de popularizarlo, como regalarlo a los clientes o promocionarlo con Rafa Nadal en el programa de Buenafuente, el dispositivo no logró competir con alternativas como Alexa o los asistentes de Google. Con un precio de 79 euros, Movistar Home no ofrecía nada que no pudiera hacer un smartphone de gama baja.
En 2023, Telefónica anunció Open Gateway, una iniciativa para compartir y federar APIs abiertas con el objetivo de facilitar el acceso a las redes de los operadores para desarrolladores y empresas. Aunque se vendió como un proyecto que generaría más de 1.000 millones de euros en ingresos, hasta ahora no ha dado frutos. Detrás de Open Gateway hay mucho escepticismo, y algunos ingenieros de Telefónica han reconocido que muchos de los proyectos liderados por Alonso eran superfluos y no aportaban valor al negocio.
Con la llegada de Marc Murtra a la presidencia de Telefónica, la compañía está en plena reorganización. Chema Alonso, quien había ascendido a la dirección de Digital Consumer, será uno de los directivos reemplazados.
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