Grupo Ortiz compite por megaproyecto ferroviario de Colombia

El Grupo Ortiz, una de las principales constructoras españolas, está a un paso de consolidar su posición en Colombia al ser uno de los tres finalistas en la licitación para la renovación y operación del corredor ferroviario La Dorada-Chiriguaná. Este proyecto, considerado estratégico para el transporte de mercancías en el país, y que está enmarcado dentro de los que ha presentado en CEIB oportunamente, conecta el centro de Colombia con las terminales portuarias del Caribe, abarcando más de 500 kilómetros de vías. La inversión prevista supera los 600 millones de euros, y el concesionario seleccionado operará el ferrocarril durante una década.

El consorcio liderado por Grupo Ortiz, que posee el 75% de la participación, cuenta con el apoyo de empresas locales y compite contra otras dos propuestas: una encabezada por la firma colombiana ERG y otra en la que participa la portuguesa Mota Engil. El resultado de la licitación, gestionada por la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) de Colombia, se dará a conocer el próximo mes. De resultar elegido, este contrato catapultaría a Ortiz como uno de los mayores actores en el sector de infraestructuras en Colombia, un país donde ya gestiona proyectos por más de 3.000 millones de euros, incluyendo autopistas, hospitales y líneas de transmisión eléctrica.

El corredor La Dorada-Chiriguaná es una pieza fundamental en la red de transporte de mercancías de Colombia. Actualmente, el tren mueve más de 225.000 toneladas anuales de carga, pero el Gobierno colombiano tiene planes ambiciosos para incrementar esta cifra hasta alcanzar los siete dígitos. Para lograrlo, el proyecto incluye la renovación de 205 kilómetros de vías, el reemplazo de traviesas, la modernización del balasto y la instalación de sistemas de señalización avanzados. Además, se construirán edificios de control, talleres y se realizarán obras hidráulicas para garantizar la eficiencia y seguridad del corredor. Uno de los objetivos principales del proyecto es optimizar el transporte de carga a gran escala, reduciendo los costes logísticos en un 20%. Esto no solo beneficiaría a las empresas que dependen de este corredor, sino que también fortalecería la competitividad de Colombia en el mercado internacional. Además, se espera que la modernización del ferrocarril reduzca las emisiones de CO2 en 37.000 toneladas anuales, contribuyendo significativamente a los compromisos ambientales del país.

El impacto de Grupo Ortiz en Colombia

Para Grupo Ortiz, este proyecto representa una oportunidad única para consolidar su presencia en Colombia, un país que se ha convertido en su principal plataforma de crecimiento fuera de España. La empresa, presidida por Juan Antonio Carpintero, cerró el año pasado con una cifra de negocio provisional de más de 900 millones de euros, y su cartera de proyectos en Colombia incluye algunas de las infraestructuras más importantes del país. Entre ellas destacan cinco autopistas, un hospital y varias líneas de transmisión eléctrica. La adjudicación del contrato de La Dorada-Chiriguaná no solo incrementaría la carga de trabajo de Ortiz, sino que también reforzaría su reputación como un actor clave en el desarrollo de infraestructuras en América Latina. Este proyecto se enmarca en una estrategia más amplia de la compañía para diversificar su cartera y apostar por mercados con alto potencial de crecimiento, como es el caso de Colombia.

El proceso de licitación no está exento de desafíos. Grupo Ortiz se enfrenta a una competencia fuerte, especialmente por parte de la firma local ERG y la portuguesa Mota Engil, ambas con experiencia significativa en proyectos de infraestructura en la región. Sin embargo, la propuesta de Ortiz destaca por su enfoque integral, que combina la renovación de la infraestructura existente con la implementación de tecnologías avanzadas para mejorar la eficiencia operativa. Además, el consorcio liderado por Ortiz ha puesto especial énfasis en la sostenibilidad, un aspecto clave en un momento en el que los proyectos de infraestructura están cada vez más alineados con los objetivos ambientales globales. La reducción de emisiones de CO2 y la optimización del transporte de mercancías son dos pilares fundamentales de su propuesta, lo que podría inclinar la balanza a su favor en la decisión final.