Optimismo prudente de empresas ante la internacionalización

El panorama externo que enfrentan las empresas españolas combina retos económicos y tensiones geopolíticas, pero no ha logrado borrar del todo la perspectiva favorable sobre la internacionalización. Un estudio reciente, realizado por KPMG con la colaboración del Club de Exportadores y otras entidades, muestra que un número significativo de directivos mantiene expectativas de crecimiento en sus actividades internacionales, pese a las señales de desaceleración del comercio y la economía global.

En términos macro, la recuperación y evolución del sector exterior español durante los últimos años es uno de los factores que explican esa resiliencia. Las exportaciones de mercancías han crecido sostenidamente en valor y, aunque el volumen ha avanzado a ritmo más moderado, la orientación hacia productos de mayor sofisticación y rentabilidad ha elevado la calidad de la oferta exterior. Al mismo tiempo, las exportaciones de servicios no turísticos registran un comportamiento destacado, con tasas de crecimiento que subrayan el papel de lo intangible en la proyección internacional del país. En este contexto, el estudio subraya que “la demanda externa es claramente el vector de la economía que más ha contribuido al crecimiento del PIB de España en este periodo, con una aportación interanual media de 0,63 p.p.”.

La encuesta incluida en el observatorio recoge la opinión de 209 directivos. Tres de cada cuatro esperan un aumento del negocio internacional, y proyectan que la participación del exterior en la facturación aumente del 49% al 59% en los próximos cinco años. Sin embargo, las amenazas percibidas son claras: la incertidumbre económica y el auge del proteccionismo figuran como las principales preocupaciones, identificadas por aproximadamente el 75% de los encuestados. Estas vulnerabilidades requieren que las empresas adopten estrategias más sofisticadas de gestión de riesgos comerciales y cadenas de suministro.

Inversión, talento e intangibles como palancas clave

La encuesta también identifica los motores que las empresas consideran decisivos para consolidar su presencia internacional. Destacan la inversión en intangibles y el acceso al talento, dos elementos que el 75% de los directivos percibe como determinantes. La creciente importancia de marcas, patentes, datos y capacidades tecnológicas refuerza la idea de que la competitividad ya no se mide sólo por costes, sino por activos intangibles y capacidades organizativas. En este punto, el trabajo recoge que “Las empresas españolas internacionalizadas son conscientes de que la inteligencia artificial puede contribuir significativamente a impulsar su competitividad, si bien su integración en el proceso de internacionalización está siendo progresiva: el 37% de los encuestados ya la emplea en este ámbito y un 51% lo hará próximamente”.

A nivel de inversión exterior, el stock alcanzó máximos históricos en 2023, superando los 600.000 millones de euros, con Latinoamérica como primer destino (68% del total). Para las grandes cotizadas, la internacionalización es una realidad consolidada: en 2024, los ingresos procedentes del exterior supusieron el 65% de la facturación del IBEX 35. Estas cifras refuerzan la necesidad de políticas públicas y privadas que faciliten la expansión internacional de las empresas, especialmente de las pymes, que requieren más apoyo para impulsar su presencia en mercados externos.

Los dirigentes entrevistados apuntan asimismo a la marca España como un elemento con capacidad de impacto: cerca del 60% considera que la reputación del país contribuye favorablemente a su actividad exterior. Este factor reputacional, junto con inversión en talento e intangibles, compone un paquete de ventajas que, bien gestionado, puede contrarrestar riesgos externos.

Por último, el informe aborda la dimensión geopolítica y la respuesta institucional necesaria. En palabras de Miguel Otero Iglesias citadas en el estudio, la Unión Europea debe dejar de ser «espectadora» y desplegar sus instrumentos estratégicos: identificar y utilizar sus chokepoints como herramientas de negociación y disuasión. Al mismo tiempo, desde España se reclama una agenda de medidas que favorezca la competitividad: “Son necesarias medidas urgentes que reactiven el sector, especialmente apoyando a las pymes, aumentando la financiación para la internacionalización y promoviendo reformas estructurales que reduzcan la presión fiscal, laboral y regulatoria, incluida la creciente sobrerregulación de la Unión Europea”.