Cuando las bombas reinician la economía

Las guerras no solo cambian la geopolítica. También reinician la economía, reordenan las industrias y redefinen quién juega y quién queda afuera

INTERNACIONAL23/06/2025 Juan Carlos Cangallo
Guerra
Guerrasolo sobrevivirán aquellas pymes con estructuras flexibles, modelos resilientes y capacidad de anticiparse al cambio.

La irrupción de un nuevo conflicto militar de gran escala, con Estados Unidos bombardeando instalaciones nucleares en Irán por orden directa de Donald Trump, ha revivido una palabra que parecía relegada a los libros de historia: “aislacionismo”. Más allá del impacto geopolítico inmediato, la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial reconfigura también el panorama económico global, con efectos directos —aunque a menudo subestimados— sobre las pymes de todo el mundo, incluidas las de España, Latinoamérica y otras regiones aparentemente alejadas del conflicto.

En escenarios bélicos, no solo se interrumpe el flujo comercial ni se disparan los precios del crudo. La infraestructura económica real se ve comprometida: fábricas, rutas logísticas, redes de energía y centros de distribución pueden quedar inutilizables. Esta destrucción tiene un impacto desigual. Las pequeñas y medianas empresas, al carecer de grandes colchones financieros o diversificación geográfica, resultan ser las más vulnerables.

Incluso en países no directamente involucrados en el conflicto, los efectos llegan en forma de subida de costes, escasez de materias primas, ruptura de contratos internacionales, y pérdida de acceso a ciertos mercados. No se trata solo de una crisis temporal, sino de una reconfiguración del sistema productivo, un fenómeno ya observado tras las grandes guerras del siglo XX. Es lo que los economistas denominan “destrucción creativa”, pero con una crudeza mucho mayor: “la destrucción no es por competencia ni innovación, sino por misiles”.

La historia enseña que, tras estos momentos de ruptura, nacen nuevos sectores económicos y modelos de negocio. Las pymes que logran reposicionarse en ese nuevo orden pueden emerger fortalecidas. En este contexto, sectores como defensa, ciberseguridad, logística, energía y digitalización comienzan a ganar protagonismo, generando ventanas de oportunidad para quienes se adapten con rapidez y visión estratégica.

Sin embargo, la otra cara de la moneda es la aceleración de la “selección natural” empresarial: solo sobrevivirán aquellas pymes con estructuras flexibles, modelos resilientes y capacidad de anticiparse al cambio. Las que continúen operando bajo esquemas tradicionales, desconectadas de los nuevos desafíos globales, corren el riesgo de desaparecer.

Frente a este escenario, las pequeñas y medianas empresas deben actuar con agilidad. Es momento de:

  • Revisar cadenas de suministro: evaluar el grado de dependencia de zonas en conflicto o rutas vulnerables.
  • Analizar escenarios futuros: identificar productos o servicios estratégicos en un mundo marcado por la incertidumbre.
  • Fortalecer alianzas: participar en redes empresariales, consorcios o plataformas colaborativas que ayuden a resistir shocks externos.
  • Informarse estratégicamente: comprender el nuevo tablero global, más allá de los titulares y narrativas simplistas.

Las pymes en España y América Latina no pueden permitirse el lujo de ignorar lo que ocurre a miles de kilómetros. En un mundo interconectado, los efectos de una guerra trascienden las fronteras y penetran en las estructuras económicas más locales. Como señala el artículo: “Las guerras no solo cambian la geopolítica. También reinician la economía, reordenan las industrias y redefinen quién juega y quién queda afuera”. Por tanto, el reto actual no es aumentar ventas el próximo mes, sino garantizar la supervivencia y relevancia en los próximos años. Quienes entiendan esta dinámica a tiempo no solo sobrevivirán: también pueden convertirse en los nuevos líderes del entramado económico posbélico.

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